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La Universidad de la Vida.

Juanes. El gato bandido. Cuento de Rafael Pombo.



Por: Lucy Galvis para Hay Un Lugar.

La Misión Carismática Internacional programa una serie de encuentros con ese nombre, dice la publicidad, para jóvenes de 14-25, mujeres, hombres, jovencitas de 14-25. En la promesa de venta: Te enseña a vivir. Descubres que no estás solo, Dios está contigo. No vuelves a ser el mismo. El mensaje en el video vibra junto a otro más adelante, Encuentros: El plan para el día después, del financiero Kiyosaki. Pero bueno, ellos construyen su argumento, existen cursos para aprender a manejar, a cocinar, a llevar una vida saludable, ¿existe uno que te enseñe a vivir? ¿Existe uno que te responda las grandes preguntas de la vida? De acuerdo con ellos, hay que seguir unos pocos principios prácticos y sencillos, hay que ir un paso a la vez, encontrarse con la fe, crearse un concepto de Dios, y cambiar para comenzar una nueva historia de vida.

Cada uno tiene una idea de lo que es la Universidad de la Vida, la principal objeción, es una escuela para formar delincuentes, las técnicas, las fechorías de los ladrones no son sencillas, ¿qué las hace tan eficientes? ¿Por qué, a pesar de relacionar el tema con hordas de atracadores, resulta tan atractivo esto de inscribirse en la Universidad de la Vida?

Basado en el argot popular, da la impresión que en la Universidad de la Vida se aprende por reflexiones, los Carismáticos lo incluyen, el centro del aprendizaje es el ser humano, la persona que quiere aprender, y presenta la disyuntiva de lo teórico frente a lo práctico como en todos los modelos educativos en el mundo. La reflexión interna de mi yo humano cuando nos planteamos ¿Por qué se murió mi amigo?, desluce cuando seguidamente nos preguntan ¿Quiere ir al billar? Y no podemos negarnos. Siempre hay un contrapunto: la lección “Ayuda que yo te ayudaré” se verifica al llevar mercados a las familias. Éste es el Trinomio Cuadrado Perfecto, ¡vamos a graficarlo! No se desordenen, dice la profe, versus, un niño se rompió la cabeza porque se trepó no sé en dónde…


“Estaba mirando el nacimiento de un gorrión”, le dijo un niño a su profesor, y le explicó sin asomo de duda, “Hoy era el día, no hay otra oportunidad”. Otro amigo reflexiona, “si yo fuera profesor los llevaría a meter los pies en un charco, no soporto los lugares cerrados”, hoy en día es exitoso trabajando en agroindustria. Hace unos años me encontré con mi amigo Lucas Ospina, profesor de artes en Los Andes, me dijo que leía a Derrida, ayer tuve la oportunidad de mirar un video del filósofo en You Tube, todo eso es Universidad de la Vida. Y entonces el estudiante estaba en clase, y mirando por la ventana, y uno se pregunta si no será una falacia aquello de que está perdiendo el tiempo en clase, porque aún puede dar cuenta de ese entorno allá afuera que desafía a Platón, y le hace fieros a Aristóteles para que compitamos.

¿Qué rol cumplen los maestros en la Universidad de la Vida? Cada que uno escucha que dicen: “Ese señor es una institución, es una eminencia”.

“Los muchachos de Medellín, argumenta un maestro, lograron terminar el bachillerato porque tienen criterio argumentativo. ¿Tendrán capacidad para cambiar las cosas?”. Uno de ellos responde, “puede que sí, lo que no tenemos es potestad para decidir sobre la asignación de recursos del estado”. Esto es Universidad de la Vida, la realidad de la experiencia práctica que confluye con los universos teóricos que modelan los investigadores para el diseño de las políticas públicas, y del mundo. Algún otro apuntala: “fui a conversar un ratico con los maestros en YouTube, sesión que no puedo hacer desde que terminé los estudios superiores”. ¿Qué rol cumplen los maestros en la Universidad de la Vida? Cada que uno escucha que dicen: “Ese señor es una institución, es una eminencia”. Me gustaría decir, me dicen, que la educación es para poner a la gente en movimiento. “Que no se olviden de los influencers”.


En la Universidad de la Vida no hay un orden en el temario, ¿o sí? Recoge prácticas tradicionales que se fundamentan en la forma en que se hacen las cosas en la casa, la familia, la calle, la vida social, el trabajo, los tiempos de ocio, según la tradición oral. Permite un seguimiento más estrecho a los procesos del individuo en cada etapa de la vida, bueno, al menos hasta cuando los niños se dejan. Yo, por ejemplo, incluí para mis hijos ir al zoológico, al circo, al cine, al museo, de viaje. Mi escuela de la vida tenía aventuras y actividades, cocinar, limpiar la habitación. Mis hijos aprendían todas esas competencias y habilidades que no se enseñan en el colegio, a cuidar de sí mismos, a ser independientes en el manejo de las actividades de la casa, buenos días, por favor y gracias, la alimentación, el crecimiento, la vida saludable, llevarse bien con los hermanos, querernos, cuidar sus cosas, saber esperar hasta que haya plata para comprar cualquier cosa, aceptar que a corto plazo eso no va a suceder.

Lo que preocupa de la Universidad de la Vida son esos espacios en los que no podemos los papás controlar nada, por ejemplo, la vida íntima, si lo dejó la novia tengo que saber dar apoyo únicamente en los lugares comunes, lo que olvidamos los padres es que esto de la Universidad de la Vida también es para nosotros, no solo si es mi primera vez como papá o mamá, los hijos son diferentes, la historia no se repite, duele cuando no dijimos te quiero a tiempo, los hijos no son propios, los hijos se van.

Y entonces uno se pregunta dos cosas, uno, ¿es el aula de clase apropiada para aprender? Y dos, más allá de la programación que la mamá ha estipulado para pasar el tiempo juntos con los hijos, ¿existen lugares realmente libres de programación? ¿En dónde exactamente ocurre la Universidad de la Vida? Con respecto a la primera, parece que sí, hay actividades que únicamente pueden llevarse a cabo ahí, en el aula de clase, igual, la experiencia de vida con los amigos del colegio es inestimable. Con respecto a los otros lugares, no el aula, no la casa de la familia, hay algunos lugares que consideramos viciados o peligrosos. Esto ha llevado a que se haya previsto el diseño del ocio, y el diseño de las ciudades. ¿Sería el encuentro con la naturaleza, en condiciones normales, uno de esos espacios realmente de libertad, satisfacción, felicidad, para el individuo, tanto como conocer otras culturas, viajar mochileando, y la rumba? Pues, cuando el aula de clase, y la Universidad de la Vida se encuentran, consiguen diseñar auténticos espacios de aprendizaje significativo para las personas, ciudades escuela, gente que aprende, programas prensa – escuela, educación para el trabajo, programas como vigías de la salud de la Cruz Roja, prácticas y pasantías, la alfabetización.


No pocas veces se ha identificado a la Universidad de la Vida con desescolarizarse. Un año libre, un año sabático. Y lo incluyen en los contenidos sobre toma de decisiones, determinar las propias expectativas, y establecer si es mejor estudiar, trabajar, o un poco de ambas al terminar el bachillerato. En la vida nadie aprende las mismas lecciones, implica un desarrollo personal, emocional, físico y profesional. La Universidad de la Vida está relacionada con vivir y disfrutar, incluso el trabajo, la labor u oficio que cada uno haya seleccionado para sí, al igual que con los propósitos de futuro, ganar más dinero, tener un mejor estilo de vida, viajar. El tiempo que le dediquemos a los que llamamos Universidad de la Vida puede ser aprovechado para emprender un negocio propio. La experiencia de administrar, diseñar, comercializar, puede ser uno de los momentos más satisfactorios y redituables.

Ni que decir del aspecto principalísimo que tiene la Universidad de la Vida en todo lo concerniente a ciudadanía y democracia. Allí es donde realmente se le toma el pulso a nuestro aprendizaje, aprendemos y participamos, ¿cuál es el modelo de sociedad que queremos?”. Ser parte de la historia, estar ahí, eso es pertenecer a la Universidad de la Vida. Bienvenido.

Periódico Vanguardia Liberal. La escuela de la vida.


Calderón-Almendros, Ignacio. Liberarse de la escuela. Historia de vida de Elena.

No podemos construir una pedagogía al margen de las personas. Como respuesta a esta sencilla premisa, la obra que se presenta en estas páginas expone la voz transparente de una adolescente, su madre y sus amigos acerca de la experiencia del fracaso escolar. Es un reconocimiento de sus voces y del valor de lo que dicen. El peso de la institución escolar para algunas personas y colectivos es demoledor, y se aleja de cualquier pretensión educativa. La distancia de las exigencias de la escuela respecto de las realidades cotidianas que viven convierten en una quimera la conexión con sus intereses. Pero no todo está́ cerrado. La biografía de Elena muestra cómo desarrollan procesos de liberación, aunque a menudo sean a pesar de la escuela.

Nueva Tribuna.es. La escuela del 'ayer': una lectura nostálgica.

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