La Salsa. Inicios, 60’s. Por: Lucy Galvis para Hay Un Lugar.
Dando inicio a la tarea de identificar el origen de las músicas que más escuchan los Latinoamericanos, resulta indudable la influencia de los ritmos afrolatinos en la sociedad norteamericana.
Es a través de las migraciones que nuestros sonidos llegan a los centros de poder económico, político, social y cultural, y de allí se propulsan hacia el mundo entero, como si su aval sirviera de puerta de entrada a los mercados internacionales. Sin duda el músculo financiero de las sociedades más avanzadas contribuye a todos los aspectos relacionados con la producción y comercialización del producto musical.
Este género, cuya evolución dentro de los mercados fue vertiginosa, aprovechó en los 60’s la gran acogida que tuvo el Mambo en los años 40’s en el gigante país, supo experimentar tanto con los ritmos de las islas caribeñas como con los nuevos ritmos y géneros musicales anglo, en particular el rock and roll. Caracterizado por el virtuosismo de sus ejecutantes, las nuevas orquestas se tomaron los sitios de baile neoyorquinos en donde se popularizaron las más variadas propuestas cuyos subgéneros formaron un solo grupo, con miras a su distribución, denominado salsa por la casa discográfica más importante del momento, y la que más le apostó a su divulgación entre el público sajón, la Fania Records.
El Museo de Nueva York recuperó en 2017 buena parte del material fonográfico y sonoro de lo que fue la salsa como escena en aquellos años, en una muestra que se llamó Salsa y Poder. Recuerdan que este género nació en los suburbios de la Gran Manzana, en medio del activismo social y político de aquellos años, y de los que formaron parte músicos tan reconocidos como Rubén Blades y Willie Colón con sus temas de contenido social. Fue muy importante para la identidad latina que existiera una música que los representara en su migrancia y en sus expectativas, proporcionándoles cohesión y espacios de participación en un país extranjero. La salsa, fue un movimiento social, que no representaba sino que formaba parte del mismo, que dio voz a las comunidades latinas, en sus grandes mayorías puertorriqueñas y cubanas. Se decía en aquel entonces de la salsa, “de las calles a los clubes, de Nueva York al mundo”, no sin falsa modestia, pues las orquestas tuvieron grandes circuitos de circulación que los llevaron incluso hasta África. El impacto del género ha influido en los músicos del mundo, y es así como incluso llegó a aparecer un subgénero denominado “Salsa Caliente del Japón”, y siendo del gusto de todas las audiencias, la salsa congrega gentes de todas las edades, razas, países.
En el ámbito de la ciudad de Nueva York, el museo recogió colecciones de fotografía de músicos y bailarines, documentos audiovisuales, libros e instrumentos de reconocidos artistas, e información que presenta este movimiento social y que interactúa con la música a través de sus temas como: la inmigración, la pobreza, el orgullo latino, el ritmo y poder, la otredad basada en historias que no llegan a la televisión. Exploraron además el papel de las
discográficas que hicieron de este movimiento una empresa muy lucrativa, llevando el poder de la música, de los cuerpos a una comunidad unida e integrada en nuestro idioma.
Como parte de su investigación museográfica y ubicando a la ciudad de Nueva York como locación, recuperan para sí, y para el mundo, importantes documentos históricos sobre el activismo del Partido de los Young Lords, que vienen a completar ese contexto del que muchos ya hemos oído hablar, y en el que coexisten personajes como el Reverendo Martin Luther King Jr., Malcolm X, el movimiento Cobra o las Guerrilla Girls, que combinaron aspectos estéticos con las propuestas y revueltas en torno a los derechos humanos de los 70’s. Es así como, el Partido de los Young Lords, nacido en Chicago en los 60’s, se traslada New York en donde exigen educación y salarios para los migrantes latinos. Ellos promocionaban sus eventos con el reconocido pianista Eddie Palmieri y el percusionista Ray Barretto. Poder hace referencia, según los curadores de esa muestra, a que la comunidad latina gritó por sus derechos utilizando también trompetas y trombones.
En 1970, la salsa entró en contacto con negocios, medios de comunicación y discográficas. Utilizando “la inteligencia callejera”, los fundadores de la Fania Records llevaron al mercado estos recién llegados géneros bajo la denominación de “Salsa”. La Fania impulsa a los “talentosos músicos” con base en NY a través de campañas publicitarias que ellos mismos diseñaban. Entre los primeros socios encontramos al abogado Jerry Masucci, al músico Johnny Pacheco, al prolífico promotor Ralph Mercado, recordado en la canción “No hay cama pa’ tanta gente”, y quien ayudó a difundir la música a través de una estrategia comercial que él mismo llamó “el evangelio de la Salsa”. Y el creativo diseñador de carátulas, Izzy Sanabria.
Entre los lugares emblemáticos que recogió la exposición, y que nos sirve de marco para nuestra exploración del ecosistema musical, encontramos el Salón de baile Palladium, y el bailarín Eddie Torres, quien es quien le da el estilo característico al baile en los clubes neoyorquinos. Y recopilaron una buena cantidad de audios que denominaron “Los tesoros de la Fania”. Eso sumado al culto a objetos que caracteriza a las músicas bailables, esto ya lo he visto en el reggaetón que es un género nuevo, la colección incluye: timbales, zapatos y chaquetas de Tito Puente; vestido y zapatos de Celia Cruz, llamada “La reina de la Salsa”; el primer Grammy de Eddie Palmieri en 1975 por el trabajo musical “The sun of Latin music”. Y el trombón de Jimmy Bosch. Todos los objetos propiedad del museo.
Fuente: Agencia EFE.
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